Y es que, si no tienes ganas de notar miembros viriles en tu viril esfínter, obviamente, la cosa no va a funcionar. O al menos, probar una vez. Para que no digan que no lo has probado todo en esta vida. Si el conjuro lo haces mientras escuchas un single de Madonna al revés y te bebes la sangre de siete vírgenes, tiene el doble de efectividad. No sólo para la penetración anal, claro, también para tu vida cotidiana. Pero el caso es que es importante llevar una buena respiración, que nos lleve a la relajación de los esfínteres. Sólo que, hasta que te hayas adaptado al pene en tu interior, te relajes. Una vez lo tengas ya todo controlado, puedes dedicarte a respirar y gemir como si no hubiera un mañana. Tampoco es que seas capaz de autofelarte.
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La abogada y psicóloga Patricia Rivas Lirio. Fotografía de Ana Maristany. El pasado enero se habló mucho de las declaraciones de Petra Martínez durante la entrega de los Premios Feroz acerca de sus costumbres masturbatorias. La sexualidad es una construcción cultural en cada época. Tras una investigación de abriles, Rivas acaba de publicar en la editorial Ménades el ensayo Historia de la acuación. Partiendo de una amplísima bibliografía sobre el tema, Historia de la acuación. Me han llamado la atención en tu libro algunas afirmaciones de los padres de nuestra erudición acerca de las mujeres que me eran desconocidas, y cómo la influencia de esos discursos ha ido cruzando los siglos. El papel que como objetos de conocimiento, y no como sujetos del mismo, hemos tenido las mujeres a lo largo de la historia permite entender esta cuestión. Observar lo que los hombres de entonces que escribían, pero que no sabían han dicho de ellas que sabían, pero que no escribían y cómo ha influido después esto en la construcción de la subjetividad social de las mujeres occidentales respecto al amor, con la cirugía psíquica que eso conlleva, es el punto central de mi ensayo.