DIARIO DE UNA CUARENTENA: CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS

En esta larga reclusión me he acordado mucho de aquella película de los años 90 'Atrapado en el tiempo', en la que el actor Bill Murray vivía de forma permanente en el tradicional día de la marmota en Estados Unidos. Nunca el tiempo había impuesto su rígida tiranía con una aplastante monotonía ante la que me ha sido imposible oponer resistencia al ser imposible escapar de los límites físicos de mi casa, excepto para las compras indispensables como todo el mundo. Y todo ello inundado a diario por el seguimiento informativo de la crisis sanitaria, tal vez excesivo y que ha llegado convertirse en una obsesión. Con esta perspectiva, la insoportable rutina se torna incluso en sublime y terminas abrazando la bendita cotidianidad como la gran virtud que te confiere la vida. No hay mal que por bien no venga y con ellos en este tiempo hemos reforzado nuestra particular piña familiar y mejorado nuestra convivencia, no exenta de conflictos inevitables con tanto tiempo juntos.

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Me enamoré de mi compañero de apartamento y esto fue lo que pasó La culpa de todo fue de la crisis y de la precariedad laboral. De haber tenido empleos decentes y bien remunerados, mi mejor amiga y yo no nos habríamos gastado en la obligación de poner en alquiler la habitación que nos sobraba. Y el dinerillo que sacamos por ellas nos vino de lujo. Empero, con eso y todo, los culpo. Y los culpo también de acaecer perdido el uso exclusivo del ablución del pasillo. Odio compartir baño. Porque tuvimos que vaciar aquella habitación, alquilarla y, como consecuencia… me enamoré de mi compañero de piso. Fue ella la que se empeñó en actuar un casting en vez de una selección madura y responsable basada en datos objetivos. Así que, una semana después de poner los anuncios, y tras un buen montón de entrevistas que darían para su propia serie de HBO, encontramos al candidato óptimo.

A Sergio se le escapa un eructo: Me he tomado dos cervezas antes de venir pero aquí

Una pregunta para la que casi todo el mundo tiene una respuesta basada en sus experiencias y las de su entorno. Ahora, la que la ciencia ha podido finalmente responder a la gran cuestión después de que un grupo de investigadores de la Universidad de Wisconsin, en Estados Unidos, haya decidido dedicar sus esfuerzos a sacarnos de dudas presentando Benefit before burden? La atracción en la armonía entre sexos, un título bastante contundente. Esto, muy especialmente en el albur de los hombres, les lleva a malinterpretar las señales. Ya durante la fase de estudio se tuvieron en cuenta distintos factores como la forma en la que se conocieron, el tiempo que llevan como amigos, la frecuencia y el grado de interacción o las experiencias emocionales compartidas por ambos. Sin embargo, ellas, suelen interpretar las actitudes gentiles y amables de sus pares como una consecuencia directa de la relación de amistad que les une, lo que las convierte en menos proclives al malentendido afectivo con sus amigos. Nast ha abacería, recientemente, el foco sobre la concepción millenial, a la que define en una amplia mayoría como incapacitados emocionales que entiende el amor como una borrachera de ego para reafirmarse. Para este autor, hombres y mujeres pueden ser amigos, sí, pero sólo si el otro es un cardo. Eso sí, sin estudios científicos de por medio como el que ha presentado la Universidad de Wisconsin.

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