Cuando no ves que algo esté yendo mal, te llega como un jarro de agua fría que puede dejarte helada durante un tiempo. Mi lucha comenzó mucho antes de que mi pequeño llegara al mundo, cuando estaba embarazada de 25 semanas. El que era mi marido me dejó de la noche a la mañana, me dijo que no me quería, que se había arrepentido de ser padre y que no podía estar conmigo. Yo terminé en urgencias y al llegar mi ginecóloga pensó que perdía al bebé. Pero mi hijo quiso aferrarse a la vida y yo con él, y ahí empezó nuestra lucha. No pude evitar sentirme culpable por no haberme dado cuenta del tipo de persona que tenía a mi lado, capaz de dejarme tirada sin importarle, no yo, que obviamente le daba igual, sino cómo le afectaría un golpe así a su hijo. Porque a veces, tienen que ocurrir tragedias como esta para darte cuenta de lo valiosas que son las personas que permanecen a tu lado en los peores momentos de tu vida. Y a lo mejor gracias a esto me parece que nada es para tanto. Temía el embarazo porque todo el mundo me contaba horrores de él, y, aunque tuve que mantener reposo absoluto y sufrí contracciones desde que pasó aquello, no fue para tanto.

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En su vida adulta, estas personas siguen arrastrando la misma sensación de abandono y vacío existencial que sufrieron de pequeñas. A pesar de poder acarrear vidas aparentemente plenas y exitosas, carencia logra colmar la soledad de su corazón. Para superar esta sensación complexion devastadora, estas personas necesitan afrontar su pasado, comprender las causas de su vacío emocional y reencontrar su amor por ellas mismas. Solo ellas pueden iluminar y llenar el vacío de su corazón. La historia de Sara: aprendiendo a iluminar los rincones oscuros Sara acudió a terapia para apalabrar de comprender una sensación abrumadora de soledad que llevaba arrastrando toda su vida. Para tratar de averiguar el origen de este sentimiento, le pedí a Sara que me explicara cómo había sentido, a lo largo de su historia personal, su soledad. Puedo tener cuatro o cinco años. En el salón de mi casa feed una ventana y recuerdo estar de rodillas en una silla, con los codos apoyados en el marco y mi nariz casi pegada al lente.

La confesión

La niña, de nacionalidad rusa como su madre, fue rescatada a finales de enero por agentes de la Gendarme Nacional junto a su hermano. Entreambos pasaban todo el día en la calle, sin escolarizar y abandonados a su suerte, por lo que han ingresado en un centro de menores de la Junta de Andalucía. El empresario también ha quedado en libertad con cargos, investigado por un culpa contra los derechos de los trabajadores. La investigación comenzó el pasado 17 de enero, cuando la Policía recibió una información confidencial de un aproximado de la zona acerca de una mujer que vivía en un arquitectura junto al paseo marítimo y que ofrecía a hombres la compañía de su hija de 13 años de edad. Inmediatamente se desplegó un aparato de vigilancia, que sirvió a los agentes para constatar que la lecho, también de nacionalidad rusa, mandaba a sus dos hijos a la piso desde primera hora de la lejano, y exigía a la niña que consiguiera comida, alcohol y tabaco de la manera que fuera. Incluso llegaba a maltratar a la niña y pegarle palizas cuando no le llevaba nada. Para ello, el hombre se llevaba a la menor a su vivienda y tras abusar de ella se dirigían a un supermercado y le compraba una bolsa de alimentación, aunque la madre prefería tabaco y, sobre todo, alcohol, debido a su alto grado de dependencia.

Tiempo de cambiar

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