HABLAN LOS CLIENTES DE LA PROSTITUCIÓN: PAGO POR SEXO PERO NO SOY UNA BESTIA

Una redada en un club de alterne. Violetta -que prefiere ocultar su imagen y su nombre real para esquivar el estigma- es solo una de las entre 2. No opina lo mismo Violetta, una de las impulsoras de la Organización de Trabajadoras Sexuales Otrasel sindicato dedicado a «las actividades relacionadas con el trabajo sexual en todas sus vertientes» que logró que la Dirección General de Trabajo aprobase sus estatutos «metiéndole un gol», aunque posteriormente fueron tumbados por una sentencia de la Audiencia que concluye que la prostitución no puede ser un trabajo. Unas intervenciones en las que el 'modus operandi' detectado fue la « explotación laboral sin trata y con discriminaciones en el empleo». Y es que «la mayoría de los titulares de los clubes realizan contratos de trabajo a las empleadas utilizando la figura de la alternadora». Una treta para dar apariencia de legalidad a la actividad que se completa con el alquiler de habitaciones, porque son también muchas las sentencias que han reconocido derechos laborales a mujeres que ejercían alterne una actividad en la que perciben una comisión por cada consumición del clientepero que han subrayado que no podían hacerlo en el caso de la prostitución. Así lo ha estimado también el Supremo, que considera que el alterne es una «actividad por cuenta ajena lícita y perfectamente separable del ejercicio de la prostitución». Esclavas sexuales del siglo XXI».

Hombres sin chicas - 554473

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El problema es que esas condiciones denial existen Un cliente posa junto a dos bailarinas durante un show de striptease. Un consumo que ya época de por sí elevado teniendo en cuenta que, como explica Gómez, somos un país en que apenas ha habido una educación afectivo-sexual que criticara la relación de explotación que existe cuando un hombre paga por adeudar sexo con una mujer. Te impresiona cuando vas a los clubs y ves la gente que hay, abarcando toda la oferta. En su dictamen, los clientes pueden dividirse en cuatro grandes grupos con un tipo de discurso similar en cuanto a la prostitución. En el libro se recogen testimonios directos de los clientes, que sirven para trazar una radiografía de las motivaciones que guían a los hombres para pagar por sexo y la opinión que tienen sobre las prostitutas, el negocio, la mujer y el sexo en general. No les queda otra que consumir sexo de pago porque son las víctimas de un sistema en el que la ambición materialista de las mujeres les obliga a gastar su dinero.

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Tenía 15 años. La ansiedad le desbordaba. Dudó mucho, pero su camarada insistió hasta que acabó cediendo. Por un lado era un adolescente que perdería la virginidad y, por otro, reproducía en mí el estigma social que tiene el consumo de prostitución. Dieciséis años después de su primera tiempo, aquel chico titubeante se muestra firme y relajado durante la entrevista. Ya en determinados círculos lo conocen como el putero de izquierdas, ya que es militante de Podemos, no le molesta el apodo.

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