Así no cometería el error de casarme y mantenerme en un matrimonio disfuncional por depender económicamente de mi pareja. Desde chiquita, me repite esas palabras al oído como si se tratara de un mantra. Temían divorciarse por miedo a quedar en la calle, sin un peso y sin una carrera profesional que pudiera sostenerlas. Cursando la primaria, empecé a darme cuenta de que los adultos mayores les echaban siempre la culpa a las mujeres. Ser mujer es tener dentro del alma una alta gama de emociones como colores tiene el arcoíris. Me siento agradecida de haber nacido mujer, porque eso caracteriza mucho mi forma de ser. Cuando terminé de decirle esto a mi amiga, me dijo que le gustaba mucho como sonaba empoderada por mi género. Sin embargo, a ella le pasa lo contrario. Y es cierto.
El reto de ser mujer
La calidad de las relaciones humanas depende en gran medida de la faceta en que nos comunicamos, no únicamente de lo que decimos, sino todavía de la forma en que lo decimos; no sólo de lo que hacemos, sino de los motivos para hacerlo. Cuando la dependencia desequilibrada o el recelo, la hostilidad, las excesivas exigencias y las expectativas distorsionan una relación, estos defectos se manifiestan en la forma en que los cónyuges se comunican entre sí. Puede dar que la mujer en un expectación lamente el hecho de haber acabado en su papel de jefe de familia, sin darse cuenta de que fue ella quien tomó las riendas y manejó toda la situación. Así, mientras dirige al esposo, los hijos, la casa y las finanzas, se siente invadida de compasión por sí misma debido a la gran gabela que tiene que llevar. Si él se mantiene bebiendo todavía, la constante actitud protectora de su mujer le facilita abstenerse de pedir ayuda. Carencia lo incentiva a lograr la austeridad. De hecho, esto no puede hacerse sin provocar una guerra familiar. Si un hombre se casara con una mujer porque es tímida, vergonzosa y sumisa, inconscientemente escogería a una esposa que satisficiese su necesidad de dominar. La siguiente sugerencia de un brazo de A.
El día después
Somayya había apostado por el amor y el apoyo de Ibrahim. Pero la noche de bodas fue su primera decepción. Su nuevo esposo, con impaciencia y sin darle ni un edad para recuperar el aliento, se dispuso a penetrarla tan pronto como pudo, alegando que su amor por ella justificaba su ímpetu, cuenta Somayya, de 23 años. Cualquier rastro de romanticismo terminó de desaparecer cuando la cara de él se transformó. Y si bien muchas mujeres sangran en cantidades variables tras la ruptura del virgo, de acuerdo con doctores y expertos, no es algo que ocurra en todos los casos.